Divagaciones sobre la vejez.

"Planeamos todo en la vida, pero nunca planeamos como  nos gustaría pasar nuestros últimos años"
Divagaciones sobre la vejez.

Hace unos meses cumplí treinta años, soy homosexual, tengo un perro, tres gatos, estoy soltero  y no sé qué va a pasar conmigo cuando llegué a  viejo (si llego). Hay algunas cosas que tengo  claras. Prefería no  convertirme en un viejo anquilosado, enfermo y moribundo. Disiento de esta idea de los hijos cuidando  de sus padres hasta sus últimos días, y aunque pensará distinto, siendo que  he decidido no tener hijos, me toca tomar otras providencias.

Asumiendo que uno no es arrollado por algún conductor irresponsable, o que un cáncer fulminante acaba con tu vida. ¿Qué precauciones hace falta tomar  para la vejez? ¿Quien le puede ayudar a uno a hacer las cosas que antes uno podía hacer por uno mismo? ¿De qué se vive? Ya no pensemos en si se llega  a viejo con o sin pareja, con  una red solida de amigos y familiares  o si más  bien  uno  alcanza esa edad, ya sin mucha compañía.

La cita del principio, es un línea de una película que vi hace algún tiempo, sobre un  grupo de amigos, todos  de la tercera edad, que deciden ir a vivir juntos en vez de  continuar viviendo solos o  internarse  voluntariamente en asilos. Habla de  cómo se apropian de su vejez y de una forma u otra deciden hacer algo, en vez de sólo ser simples actores de un proceso inevitable.  Yo he visto a mis abuelos y a los abuelos  de mis amigos envejecer sin en realidad tomar ningún tipo de precaución sobre si mismos o sus destinos. Dando por sentado que sus hijos cuidarían  de ellos, he visto su vida irse apagando lentamente y he visto como con esa decadencia han  consumido una parte importante de la vida de aquellos que sin reflexionar mucho tampoco han terminado cuidado de ellos.

"...a ti te corresponde cuidarme hasta el día de mi muerte”. Esa es la  consigna impuesta a Tita (la protagonista de como agua de chocolate) por su madre y esa parece ser aún la realidad para muchas  personas. Los que no corren con esa suerte,  terminan como mendigantes en las calles, desamparados a su suerte, algunos  previsores o afortunados en buenos asilos, otros en asilos públicos.

La idea de envejecer al lado de mis amigos, de mi familia por elección se me antoja  romántica y placentera. Todos viviendo en la misma casa, cuidado los unos de los otros, acompañándonos a las citas al doctor, al mercado a comprar las cosas para la comida, cocinando y haciendo los quehaceres de la casa juntos, sacando a pasear a los perros y lo más importante: responsabilizándonos de nuestras vidas. Con hijos o sin ellos.

La calidad de  vida es calidad de muerte. Me gusta pensar que así y que llegado el momento, tendré la fuerza emocional, física y psíquica para poder decidir cuando ya no quiera continuar más. Por ahora cuando lo pienso, aún me siento  abrumado.
Sospecho que muchos de quienes me lean, atravesaran por una  circunstancia de vida similar. Ya sea que no deseen convertir a sus hijos es sus cuidadores, que hayan decidido no tener hijos, que hagan  vida en pareja o que estén solteros. Es seguro que la vejez llegará  a sus  vidas. ¿Ustedes cómo se la imaginan?

 Ya va siendo tiempo de construir nuevos paradigmas  sobre la vejez y la muerte, de repensar la idea de familia y  construir  nuevas definiciones que se ajusten al espíritu de los tiempos, en  vez de continuar forzándonos dentro de paradigmas que  ya no alcanzan para describir la  realidad actual. Es momento de hacer los ajustes necesarios a nuestro proyecto de  vida para poder  disfrutar en el  futuro con cada acción emprendida ahora.

J.


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